Ayer fui al Baluarte a ver esta obra de Shakespeare. Siempre la había querido ver y nunca se me había presentado la oportunidad. Y tampoco he visto la película, sólo leído la obra (¿quién no ha leído al inmortal inglés?).
Resulta que la obra de ayer estaba acompañada con sevillanas. La obra estaba adaptada a un ambiente más español. Los soliloquios en vez de ser recitados eran cantados, con coreografías cortas de cada actor o actriz. El escenario me fascinó. Y esa es la ventaja del teatro: la imaginación del público. Con las palabras movés lugares, olores, sentimientos sin necesidad de recrearlos en la vista.
La música era perfecta, muy muy cuidada. Y la parodia del final fue GENIAL.
Shakespeare se ha de haber estado revolcando en su tumba, aunque no creo: sus obras son inmortales y él lo sabía, así que supongo que tenemos permiso de hacerlas contemporáneas.
Maravillosa experiencia. En mayo el grupo de teatro de FCom representa obras interesantes, ahí les contaré cuando las vaya viendo.
La idea principal de esta versión de El sueño de una noche de verano de William Shakespeare es trasladar el concepto de la obra a una cultura mediterránea que sea más próxima y reconocible para nosotros. Si la obra original se desarrolla en el transcurso de una noche de verano en el interior de un bosque mágico, es sin duda porque el autor representa de esta manera el lugar idílico del verano inglés: el bosque, la montaña, la campiña…Así, de la misma manera que el bosque representa el verano anglosajón, al adaptar la obra a nuestra cultura, ese bosque pasa a ser el lugar idílico para el verano mediterráneo: la playa. Una playa donde también habitan seres mágicos. Donde las criaturas que emergían del interior del bosque emergen ahora de las profundidades del mar. La música y las canciones cobran especial protagonismo en esta versión, ya que se componen especialmente temas que no sólo ilustran pasajes de la obra, sino que al mismo tiempo potencian ese sentimiento mediterráneo que envolverá esta historia, porque sin duda la música es un elemento principal y fundamental para elevar sentimientos. El resultado debe ser una obra joven, mágica y dinámica, donde el espectador no deje de sorprenderse, ya sea al escuchar a los actores recitar los inmortales pasajes que contiene o al oír a esos mismos actores interpretar algunas de las canciones compuestas para esta versión por Antonio Carmona, responsable de la producción musical, y que se oirán por primera vez en nuestro escenario.
Dirección musical: Antonio Carmona
Dirección: Tamzin Townsend
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