La Renuncia

Justamente ayer una muy buena amiga (de esas que acabás de conocer y que desde el inicio sabés que darían la vida por vos) me dijo algo bastante interesante. Durante estos días pasados he estado viviendo junto a dos amigas más y ella algo por lo que yo pasé hace 2 años y medio más o menos.
Cuando uno se va de su casa a estudiar a otro contienente es algo bastante yuca de superar. Las primeras semanas comienza un estado anímico en el que decís: no sí, lo voy a hacer. Pero después de tres semanas viene la súper pregunta: ¿qué putas hago aquí?...
Ahora bien, reflexionando ayer con Clau me di cuenta de algo muy cierto. Yo tenía mis amigas de toda la vida ( las típicas del colegio con las que has crecido toda la vida), tenía todas las comodidades en mi casa (una mamá que me conciente y mis abuelos) y en ese entonces un ‘amigo especial‘...por algunos momentos dudé en si venirme o no, al final lo cumpli. Pero es cierto, renuncié a todo, no lo pensé mucho, lo hice y ya está. Me costó superarlo pero lo hice, pero ahora veo atrás y creo que no lo hiciera. Esa renuncia sabía que no iba a ser por los 6 primeros meses que iba a estar aquí -hasta que llegara Navidad- sino que ahora sé que lo renuncié para siempre. Nunca más volví a tener la misma conexión con mis amigas del colegio, jamás. La distancia mató toda clase de contacto: y sí, si se quiere puede peroooooo es paja. Cada una tomó su camino.
Renuncié a mi familia totalmente, renuncié a ver crecer a mi primitos, a ver en la pubertad a mis otros primos, de ver a mis abuelos envejecer y llenarme de su sabiduría intelectual, de sus recetas de cocina y renuncié a estar en una casa consentida hasta morir. El bicho ese también sufrió las consecuencias -aunque de sufrir cero, porque los hombres rápido encuentran consuelo-.
¡Qué fuerte!, no lo volvería a hacer, No. Renunciar no es fácil, las decisiones no son fáciles. La solución es no crecer jajajaja, porque así no madurás y te cuesta menos...aunque eso sea casi irreal.