Cuenta la leyenda que a las mujeres nos gusta ir al salón. Falso y verdadero. A mi no me gusta ir al salón pero cuando voy (que son pocas veces proque el pelo crece) disfruto. Ver todo tipo de gente te convence que el mundo es tan curioso. El viernes me tocó ir a arreglarme el pelo, y sentada (esperando una hora y media, vale riata por cortarse el pelo)observé a las señoras que les contaban, muy inspiradas, sus vidas a las chavas que les cortaban el pelo. Luego me di cuenta que hay algunas que ya hasta tienen preferencias para ver quién les cortará el pelo. Claro, ya las conocen y se saben sus vidas enteras. Incluso las vidas de sus hijas, de las amigas de sus hijas. Como dato curioso destaco lo que me pasó en diciembre en el mismo salón en el que la susodicha estilista me preguntó si yo era la que vivía en España con Diana (mi roomate). Le dije que sí, y me contó que me reconoció por una foto que la mamá de mi amiga le llevó, diganme si no es gracioso. Aunque pensemos que en El Salvador todo mundo se conoce.
Es gracioso ver, oír y pensar a las mujeres del salón. Y en toda la tarde me llamó la atención que sólo un hombre entró a cortarse el pelo y salió más rápido que nadie. Y eso que yo sólo a cortarme el pelo iba. Aunque a veces dan ganas de ir a hacerse un cambio radical. Lo malo es el pisto y el tiempo que despercias ahí, aunque te miman...Hay el dilema del salón de belleza!
1 comment:
si ya no tenes remedio vos... por mas que vayas a salones o que... ya ni modo... socala... no tenes salvacion :D
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